Escrito el 06/07/2017 por Juan Manuel Llorca
La vida es un spoiler que, de sorpresa en sorpresa, te lleva hasta un final conocido que se resume en echar flores por el culo en lo que unos cuantos allegados te lloran, tu viuda se encabrona contigo por haberte muerto y tu pareja de dominó se busca a otro que mate la del contrario y respete la suya.
Y parece mentira que, sabiendo como sabemos el final de la película, no dejemos de esforzarnos en buscar y sin lugar a dudas encontrar, que para eso nos la pintamos solos, motivos de azoramiento, causas de desconsuelo, ansiedades varias y desvelos al por mayor.
Decía Albert Einstein que sólo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana, y del Universo no estoy seguro.
Me reconozco estúpido, ya sé que no es un gran mérito y que la inmensa mayoría de los que me conocen se dieron cuenta al primer vistazo, pero a mí me ha costado un rato largo tomar conciencia de ello seguramente por las carencias que supone mi propia estupidez.
Y no se vayan a pensar que lo que estoy afirmando, que soy un tonto al cuadrado, tiene algo que ver con falsa modestia, alguna triquiñuela intelectual que se resolverá en el último párrafo o eso tan de moda que llaman postureo. Tonto de caerme al suelo y punto, sin adorno ni filigrana alguna.
Puestos a ser tonto ni siquiera soy un tonto profesional, tonto del montón, de pacotilla, lo que mi padre llamaba un tonto a las tres. Para que me entiendan los aficionados a las artes marciales, digamos que soy tonto cinturón amarillo-naranja.
Y tengo pruebas:
Me fie de quien no debía fiarme, admiré a fulanos que resultaron no valer el espacio que ocupaban, quise parecerme a supuestas buenas personas que devinieron en hijos de puta de carrera, me puse al servicio de mojones con patas que en caso de reencarnación ni para protozoos servirían… y en todos los casos lo hice con un convencimiento de talibán que hubiera merecido mejor causa.
Es lo que tiene ser tonto.
Y para abundar en el tema les diré que he ejercido mi estupidez creyéndome listo, capaz, avispado y puesto al día.
Para nada piensen que escribo esto presa del desánimo o porque estoy cabizbajo y meditabundo, nada de eso. Y para demostrarlo, y con la clara intención de arrojar un rayo de positivismo, permítanme afirmar que ahora que con los años he tomado conciencia de mi propia estupidez pienso estar ojo avizor y no volver a caer en los mismos errores que mi bisoñez y falta de experiencia me hicieron cometer.
Lo cual demuestra que además de tonto soy gilipollas.
No me salen las cuentas… sé a ciencia cierta que estamos rodeados de estúpidos, e incluso de gilipollas… sin embargo tengo igual de claro que el mundo sería mucho mejor si abundasen personas como tú… una de dos, o existen diferentes tipos de estupideces, pero MUY distintas… o tú no lo eres tanto… o entre los tres nos organizamos… si puede ser…
Eres un genio… lo dice cada palabra… un abrazo!