Empezar de nuevo

Después de mucho cavilar, y tras tomarme el ibuprofeno reglamentario, he llegado a la conclusión de que, tal y como están las cosas, la única forma de enfrentarme a la vida sin caer en la tentación de cortarme las venas con un bonometro es empezar de nuevo cada mañana.

Así como suena y sin exagerar ni una mijita.

Uno se levanta y, al tiempo que se pone muda limpia, decide quién quiere ser.

Lo primero es descartar papeles desagradables, tipo Wert o Ruiz Gallardón, y una vez desechado lo despreciable elige entre todo lo potable que queda, que mal que bien es una carta extensa.

Yo suelo elegir el típico personaje secundario, buena gente y con carita de media ración que, se adivina desde el principio, tiene una vocación de fracasado imparable y ha hecho de la mediocridad su modus vivendi.

Puede parecer una elección poco afortunada, pero el que esto escribe considera que pasar inadvertido es una virtud que no está lo suficientemente valorada. Además, así, siempre me queda la posibilidad de asumir, aunque sólo sea por un día, el papel de ciudadano encabronado y hasta las pelotas de que le arrebaten lo que es suyo.

Cualquier día lo haré o a lo mejor lo haces tú, o quizá, quien sabe, lo hagamos todos.

Entonces, me gustaría saber qué papel asumen Rajoy, Rato, Esperanza Aguirre, Blesa, Bárcenas, Pujol…