Los malos pensamientos · Juan Manuel Llorca

Mí no comprender


Escrito el 16/06/2017 por Juan Manuel Llorca

De lejos dicen que se ve más claro, pero yo, que estoy a 12.000 kilómetros de distancia y sin embargo no acabo de irme, no consigo entender ni por asomo lo que pasa en esta España nuestra de charanga y pandereta.

Tuve que irme, me considero un exiliado económico, y lo hice con alegría por la sencilla razón de que encabronarme no servía para nada. Afortunado, como soy, disfruté la suerte de tener donde refugiar mis desabridos huesos y ahora vivo en Tampa, en los Estados Unidos de América, en el estado de la Florida. Y no me puedo quejar de nada; o tal vez sí pueda y no me dé la gana.

Pero soy un mal emigrante. He desoído hasta la fecha a los que juiciosos me aconsejan que lea los periódicos de mi nuevo país, que escuche la radio de donde ahora vivo y que pase página con respecto a la piel de toro que me vio nacer. Por eso digo que vivo lejos, pero no me he ido.

Me levanto y, en lo que me afeito y me ducho, escucho la Cadena Ser, sigo las noticias de España en distintas aplicaciones, bendita tecnología, de medios que ni siquiera existían cuando Samsonite en ristre me subí al avión en un aeropuerto que, en mi ausencia, ha añadido el apellido de Adolfo Suárez a su viejo nombre de Madrid-Barajas.
Hay un cordón umbilical, un hilo de cariño invisible que me une a mi país de origen, aunque, causas y azares, al final no haya resultado ser mi país de destino.

Y quiero que España gane el mundial y el eurobasket, que Rafa Nadal levante la copa de los mosqueteros tropecientas mil veces y que quedemos últimos en Eurovisión para echarme unas risas mientras Estonia, six points, vota a Kazajistán como si esas señoras vestidas de matriuskas rusas no fueran su Remedios Amaya, que a la deriva me lleva.

Pero resulta que el refranero es un embustero y que la distancia no es el olvido y que al que madruga Dios le da un sueño del carajo y que al que a buen árbol se arrima lo mismo le parte un rayo y a tomar por culo todo.

Y escucho la radio y me corto al afeitarme con el caso Lezo y la Púnica y la Gurtel y los Pujol y la moción de censura y el referéndum y la madre que los parió a todos. Y pienso que si no me hubiera ido estaría haciendo las maletas para irme.
Y me doy cuenta de que la lejanía no aporta claridad, lo que pasa es que amortigua el dolor.

Nada más que eso, porque yo sigo sin entender un pimiento a esta España nuestra de charanga y pandereta, de purísima y oro, de peineta y mantilla, donde el líder menos valorado es el que más votos saca, ser zafio es una virtud, robar cosa de listos y mentir y estafar, vaya por Dios, los mejores atributos posibles para ser elegido fallera mayor, arzobispo de Canterbury, delantero pichichi y presidente de la comunidad de vecinos.

Y no dejo de preguntarme en qué momento nos hicieron esta maraña y truncaron valores que de puro obvios no habría ni que nombrarlos, ya saben, la mierda esa de ser decentes, honestos, distinguir entre el bien el mal, ser leales, buenas personas, íntegros…

En fin, lo dicho, que mí no comprender.

One Response to "Mí no comprender"
  1. Upe. dice:

    Pienso seguir leyéndote.
    Un beso grande!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *